El
despertador sonó implacable mientras la pareja dormía abrazada. En poco menos
de dos horas realizarían los exámenes teóricos de acceso. Nyree besó a Maui en
la frente y lo despertó.
-Arriba,
tienes que ducharte, no pretenderás ir así al examen.
Maui abrió
los ojos, y le devolvió el beso a Nyree. Era un día importante, se decidiría su
futuro. Tras ducharse y desayunar, salieron del apartamento. Ninguno de los dos
decía nada de lo ocurrido la noche anterior. Caminaban juntos, sin tocarse, tan
sólo hablaban del examen. Maui se sentía mal, le apetecía abrazar a Nyree,
agarrarla de la mano y besarla, pero ella parecía reacia a ello. En realidad, la
joven estaba nerviosa, al igual que Maui. Se jugaba mucho en este examen.
-Si en
lugar de habernos pasado la noche follando como conejos, hubiéramos repasado,
ahora estaría mucho mas tranquila -bromeó Nyree-.
Maui miró
sorprendido a Nyree, no supo que responder.
-Sigues
sin entender mi sentido del humor... vete acostumbrándote.
Nyree
guiñó un ojo a Maui y le regaló un fugaz beso en los labios. El maorí sonrió,
se quedaba mas tranquilo. Al llegar a la entrada de la academia, todos parecían
mirar a la peculiar pareja. Una mujer de ese calibre al lado de un maorí... no
era algo muy común. El ambiente general era de nervios y de tensión. Todo el
mundo repasaba y consultaba libros. Los rumores sobre las preguntas que podrían
caer en el examen eran incesantes. Algún ataque de histeria, algún berrinche,
multitud de café y de nicotina... ambiente de exámenes.
En las
puertas de los pabellones estaba la lista en la que aparecía la distribución de
las aulas en las que se realizarían los exámenes teóricos y los horarios. La
mañana iba a ser dura. Mas de 5 horas por delante en la que realizarían varias
pruebas de conocimientos. A medida que llegaban, se iban sentando en sus
pupitres. Maui se sentó cerca de Nyree, no fue casualidad, se sentaban por
orden alfabético. Maui se apellidaba Hika y el apellido de Nyree era Hoffman.
Entre
cada pupitre había una separación de un metro escaso. Para evitar que nadie
tuviera la tentación de copiar, se repartieron 2 modelos distintos de exámenes
entre los presentes. Las pruebas eran de tipo test, en el que se debería elegir
una respuesta de las cuatro que se ofrecían, cada alumno tenía una hoja de
respuestas que debería cumplimentar. Sería el único papel que se entregaría al
terminar cada examen. La primera prueba de conocimientos era la relativa a
legislación y conocimientos generales, no era sencilla, las preguntas eran
rebuscadas y confusas, muchas de ellas inducían al error por su contexto. Maui
se quedó completamente en blanco, no se había preparado tanto como pensaba que
lo había hecho. Le inquietaba sobremanera verse en blanco y ver al resto de
gente rellenando casillas sin parar. De reojo miraba a Nyree, no paraba de
escribir. Uno de los examinadores, el mismo que había hecho las cuentas de las
flexiones el día anterior le miraba y sonreía. Parecía que se alegraba de ver
al maorí en apuros. El tiempo transcurría y Maui no avanzaba, se desesperaba al
ver las preguntas, era realmente difícil, incluso juraría que alguna estaba mal
redactada, ya que conocía la respuesta de la pregunta que se planteaba pero no
encontraba una opción válida. El maorí rellenó como pudo su hoja de respuestas,
aunque no las tenía todas consigo. Tras una hora y media, recogieron los
exámenes y todo el mundo salió del aula a tomar un descanso antes de la
siguiente prueba. Maui se acercó a Nyree.
-¿Qué tal
el examen? Sencillo, ¿no? –Preguntó risueña la rubia-
-No se el
tuyo, pero el mió era dificilísimo. Respondió Maui
-¿Me
estás hablando en serio? El mió era muy simple, no creo que haya tanta
diferencia entre un modelo de examen y otro.
-Te
aseguro que el mió era muy enrevesado.
-¿Qué
modelo de examen tenías? Yo tenía el modelo A
-Yo
también -contestó confuso jesenoma.-
Tras
comparar varias preguntas del examen de Jesenoma, ninguna coincidía con las del
examen de Nyree, al parecer, se la habían jugado. Los examinadores le habían
puesto un examen exclusivo.
-Por eso
se reía ese cabrón... -pensó en voz alta Maui-.
Nyree
estaba indignada, quería ir a reclamar, pero Maui se lo impidió. Le habían
tendido una trampa y no podía demostrar que realmente había realizado un examen
distinto. Ese día por la tarde, se colgaron las calificaciones de los
asistentes. El maorí tenía una nota muy baja, su nombre ni siquiera aparecía en la lista de
seleccionados para seguir con el proceso selectivo. Para él, el sueño ya había
terminado. Estaba frustrado y furioso.
Esa
noche, Nyree invitó a cenar a Maui en un pequeño restaurante cercano a su casa.
Quería animarle, el batacazo que se había llevado había sido muy grande. Por
otra parte, no quería perderle. Lo de la noche anterior había significado mucho
para ella.
-¿Qué vas
ha hacer ahora? Preguntó Nyree a Maui mientras le acariciaba la mano.
-No lo
se, supongo que tendré que volver a casa.
Nyree
guardó silencio, esperaba a que Maui le dijera que no se quería ir, que quería
quedarse con ella... El maorí lo deseaba realmente, pero no podía desaparecer
sin más de su casa y además era una locura, acababan de conocerse.
-No
quiero que te vayas... -replico Nyree con voz dulce y tímida-. Ya se que
acabamos de conocernos, pero no quiero que esto se quede en un encuentro de una
noche.
Maui se
derretía por dentro, el tampoco quería irse de su lado.
-No tengo
trabajo, y visto lo visto, no creo que pueda llegar a ser policía.
-Bueno,
hace poco que me compre el apartamento, no fue muy caro porque necesitaba algún
que otro arreglo. Necesito pintar la casa, arreglar algún desperfecto... puedo
contratarte, serías mi chico de mantenimiento. -Propuso de forma precipitada- Además,
alguien tendrá que hacerse cargo de “Chips” mientras estoy en la academia, si
es que llego a entrar. Podrías vivir en mi casa de momento.
Maui
sonreía mientras acariciaba la mano de Nyree. Le encantaba la idea de quedarse
con ella. Sabía que era algo precipitado, pero realmente quería hacerlo. La nueva
pareja sellaba su acuerdo con un tierno beso. En este punto daba comienzo la
etapa mas dulce y empalagosa de la vida de Maui y de Nyree Todo era mágico y
las mariposas revoloteaban en sus estómagos continuamente. La gente les
envidiaba y repudiaba a partes iguales. Nyree procedía de una familia de origen
inglés asentada desde hacía años en Wellintong. Su padre, Carl Hoffman, ex
oficial de las S.A.S. Británicas, se había licenciado hacía unos años. Resultó
herido durante una misión en Europa del Este. Le había quedado una buena pensión
lo suficiente para vivir bien con su esposa y darle algún capricho a su única
hija.
Hoffman
no tardó en cogerle aprecio Sabía que el maorí era un buen chico y que haría
cualquier cosa por su hija. Los meses pasaron. Nyree obtuvo su empleo como
policía y Maui seguía sin trabajo. Llevaba tiempo valorando la opción de alistarse
a las fuerzas armadas. Al principio había desechado la idea. El ejército había
degenerado demasiado en las últimas décadas. El baremo de entrada era ridículo,
las posibilidades de entrar en conflicto como fuerza de apoyo a la corona
británica eran muy altas y el sueldo era extremadamente bajo para la clase de
tropa. Las largas charlas con su suegro le habían hecho cambiar de idea poco a
poco. Al menos, tendría una fuente de ingresos, por pequeña que esta fuera.
El
empujón definitivo sucedió la mañana en la que Nyree le dio la noticia que
cambiaría su vida. La joven le sentó en el sofá y le dijo que desde ese
momento, en esa casa habría el doble de amor. Maui pensó que Nyree se refería a
que también lo harían por las mañanas, lo cual le alegró bastante, pero nada más
lejos de la realidad. Nyree estaba embarazada. No era un embarazo buscado, pero
sería bienvenido. Sintió alegría y miedo a partes iguales. Por un lado estaba
encantado. Amaba a Nyree y desde que estaban juntos, fantaseaba con formar su
propia familia, aunque no de forma tan inminente. Aun era muy joven y no tenía
trabajo.
Esa misma
mañana, Maui fue al centro de reclutamiento. Aunque Nyree tuviera un trabajo
estable y un buen sueldo, quería demostrarle a todo el mundo que estaba preparado
para mantener a su familia. El siguiente ciclo de instrucción daría comienzo en
tres meses. Con los papeles de inscripción en la mano, fue a visitar a su
suegro. Quería pedirle consejo sobre que unidad le convenía. Carl le recibió y
escuchó la decisión de Maui. Sin mediar palabra, le pidió que le acompañase. Jesenoma
estaba nervioso. Suponía que no le habría hecho gracia la noticia de que un
salvaje dejase preñada a su preciosa hija, aunque no sabía como iba a
reaccionar. Después de un largo e incómodo paseo en el que no hubo conversación
alguna, entraron en una vieja cervecería del casco antiguo de Wellington. Por
las paredes y columnas del local, se veían banderas británicas y neozelandesas,
así como insignias y parches militares y viejas fotos de soldados. Carl se
sentó en una mesa e invitó al maorí a hacer lo mismo, pidiendo dos jarras de
cerveza mientras se encendía un puro.
-Antes de
seguir, prométeme que jamás le dirás a Nyree esto que te voy a contar ahora.
-No se
preocupe, sabe que puede confiar en mi. –respondió el maorí sin saber que iba a
escuchar-
-Lo se,
por eso hago esto. Cuando un oficial de una unidad de operaciones especiales se
licencia, te llueven las ofertas, ¿sabes? hay varias empresas privadas de
contratistas militares interesadas en que te incorpores a su plantillas como
instructor.
- ¿Contratistas
militares? -preguntó confuso Maui-.
-Son
empresas que contratan y forman gente para trabajar como "operadores de
zona de alto riesgo”. Un ejército privado, por así decirlo.
Maui
escuchaba atentamente. Nunca había escuchado hablar de esas empresas, pero era
una idea más tentadora que alistarse en el ejército.
-Viajarías
a lugares en conflicto armado – dijo Carl exhalando una bocanada de humo.- Si
ingresases en el ejército también te
mandarían a esos lugares, con la diferencia de que en un mes cobrarías más de
lo que ganarías en un año como soldado. Es mas arriesgado, pero eres joven y
estás bien preparado físicamente. Yo mismo te instruiría y redactaría una carta
de recomendación para las pruebas de acceso. En tres meses te enseñaría lo que
tendrías que saber antes de presentarte.
Maui no
podía negarse, la oportunidad que su suegro le planteaba era su mejor opción.
-De
acuerdo. Tendré que pensar que le diré a Nyree
-Empezaremos
mañana mismo. Le dirás que nos vamos a pescar. No creo que se niegue a que
pases un tiempo conmigo. Tengo una caña de sobra en el maletero de mi coche, te
la llevarás a casa para que no sospeche. A las 05:30 horas nos vemos en vuestro
apartamento.
Carl y
Maui se despidieron. Esa noche, el maorí no pudo conciliar el sueño, una mezcla
de emoción y nervios le invadían. La idea de ser contratista militar era mas
seductora que la de ser soldado, sobre todo para alguien en su situación. En su
conciencia pesaba no poder ser sincero con su pareja, pero lo mejor sería darle
algo de tiempo. Si lograba entrar en una de esas empresas, tarde o temprano
tendría que decirle la verdad. De todos modos, siempre podía alegar que se
reunía con su padre para pasar el tiempo y aprender cosas sobre la milicia y
preparar las pruebas de acceso. No tendría nada de sospechoso.
Maui fue
puntual a la cita con Carl, que ya le estaba esperando. Se montó en el coche y
partieron rumbo a las afueras de la ciudad. Durante el viaje charlaron
de forma animada, aunque Carl no quiso desvelarle nada de lo que iban ha realizar.
Cuando llegaron a la entrada de un bosque, ambos se bajaron del vehículo, Carl
agarró una bolsa de gran tamaño y empezaron a caminar.
-Muy bien
Maui, aquí empieza tu formación, piensa que lo haces por tu mujer y por la
criatura que está en camino... por cierto, ¿aún no sabemos lo qué va a ser,
verdad?
-No, aún
no... sonrió Maui.
-Bueno,
tengo esperanzas de que sea niño, siempre quise tener un hijo varón. –dijo
riéndose- No me veo como el típico abuelo que lleva al parque a sus nietos,
pero la madre de Nyree y yo estamos muy ilusionados.
El
comentario sirvió para relajar la tensión del maorí, que acompañó la sonrisa de
su suegro. No obstante, ese ambiente distendido duraría poco. Carl se recompuso
y con un semblante serio comenzó a hablar.
-Maui, no
te voy a enseñar a ser un soldado, los soldados sirven a ejércitos, tu no lo
vas a hacer. Te voy a mostrar todo lo que tiene que saber un hombre para
desenvolverse con garantías de éxito en un entorno hostil. A nuestro favor
tenemos que eres un joven en buena forma física, no lo suficiente, pero estás
en buena forma.
Maui
sonrió, sabía que su forma física era buena, pero tal vez Carl quisiera
llevarle al límite de la extenuación y del agotamiento. No tenía miedo, estaba
muy motivado.
-Te
enseñaré a disparar. Y cuando digo que te enseñaré a disparar no me refiero a que
acertarás a una diana. Podrás derribar a un hombre en movimiento apuntando el
tiempo mínimo mientras abren fuego contra tu posición. Estas empresas buscan
gente preparada y con la mente fría. Los soldados de fortuna por lo general
tienen el gatillo fácil, ocasionan más problemas de los que solucionan.
El maorí
recapacitó sobre las palabras de Carl. No le faltaba razón. Aunque el
estereotipo de operador que pudiera imaginarse coincidiese con la imagen de un
hombre de acción, estaba claro que no era lo mas idóneo.
-Aprenderás
a trabajar con presión. Te llevaré al límite de tus fuerzas y de tus
habilidades. Me aseguraré de que estás preparado, no quiero cargar con tu
muerte en mi conciencia. Si no considero que estás preparado, no escribiré tu
carta de recomendación.
-No le
decepcionaré Carl. -respondió seguro de si mismo el maorí-.
Ese día
fue el primero de una larga serie de tortuosas y duras jornadas de
entrenamiento que se repetirían 4 veces por semana. El entrenamiento solía
seguir el mismo patrón. El día comenzaba
con una carrera continua monte a través de 10 Km , llegando a un pequeño
recoveco, bastante escondido, al que sólo se accedía a pie y por una única
senda. Sin bajar las pulsaciones de la carrera, realizaba un ejercicio de tiro
con arma corta, disparando a un blanco estático. Tenía un descanso de 10
minutos en el que estiraría. La siguiente parte del entrenamiento era la mas
amena para Maui, se trataba de asimilar y aplicar técnicas de guerra
convencional, Aprendería a moverse buscando los mejores lugares para cubrirse
del fuego y de la vista del enemigo. Se instruiría en lo básico en cuanto a
colocación de pequeñas cargas explosivas, así como a detectarlas y
desactivarlas. Harían hincapié en el tiro con fusil de asalto, dedicando largas
sesiones de tiro a blancos móviles y fijos y machacaría sus músculos con
tortuosas rutinas de ejercicios orientados a desarrollar fuerza y potencia,
tanto en piernas como en brazos.
No
soltaba su fusil ni su pistola para realizar ningún ejercicio, debía adecuarse
a portarlas en todo momento. El armamento era real, al igual que la munición
que empleaba. Al principio tenía miedo
de alertar a las autoridades por los disparos, pero pudo ver que nunca pasaba
nada. Carl había elegido bien el sitio. Trabajaba siempre en condiciones de
alto fatiga y con mucha presión.
Practicó
largas sesiones de combate cuerpo a cuerpo con el ex oficial, demostrando ser
ducho en la materia. Recibió instrucción en el manejo de armas blancas,
especializándose en ataques a corta distancia. Maui se decantó por el uso del
potente "mere", arma igual de letal y con la que estaba mas
familiarizado. El Mere era un arma utilizada tradicionalmente por los maories.
Era una especie de piedra curvada del tamaño de un martillo que se usaba a modo
de objeto contundente. En uno de sus viajes a su aldea natal, había recuperado
uno.
Por las
tardes caminaba con su suegro por las calles de Wellington. Durante estos
paseos, Carl le explicaba los secretos del combate en población, indicándole
las mejores maneras de acceder a edificios y viviendas. Le mostraba los puntos
en los que debería preocuparse a la hora de avanzar, que lugares eran los
mejores para cubrirse... También le explicó las nociones básicas de topografía
que cualquier soldado debía conocer, enseñándole
a interpretar toda la información que había en un plano y a manejar una
brújula. Contra cualquier pronóstico inicial, al cabo de un mes, el maorí ya
estaba preparado para ingresar en la compañía.
Nyree se
olía algo. La repentina afición por la pesca de Maui y de su padre, además,
nunca traían pescado. Por mas que le preguntaba, jesenoma nunca le decía lo que
hacía en realidad. Algún día tendría que confesárselo. la versión oficial era
que estaba esperando a que el ciclo de captación del ejército comenzase. No le
gustaba mentir ni tener secretos con Nyree, pero estaba seguro de que esta
pondría el grito en el cielo si se enterase de sus verdaderas intenciones.
Además, no quería alterarla. Ya estaba suficientemente revolucionada por los
cambios hormonales.
Una
mañana, Carl esperaba a Maui como de costumbre en su coche. Cuando llegaron al desvió
que llevaba a las afueras, el ex oficial tomó otra dirección. Maui le preguntó
que adonde iban.
-Hoy vas
a demostrarme si realmente estás preparado.
El maorí
asintió. No dijo ni una palabra cuando su suegro le vendó los ojos. El coche se
detuvo y caminaron un rato. Cuando se detuvieron y Carl retiró la venda, Maui
pudo comprobar que estaban en medio de un bosque. El lugar no le sonaba. Jesenoma miró a sus pies y sorprendido, observó que se encontraba al borde de un
profundo agujero, no veía el fondo así que tenía que ser bastante profundo.
-Suerte
-dijo Carl al tiempo que le empujaba.-